La mente y sus malas pasadas.

Las experiencias de lo que va de vida puede que tengan que ver con esto, son las consecuencias de todo lo que hemos pasado, de lo que hemos sufrido y tanto nos cuesta reconocer. Y sí, asusta y no pasa nada. Por que como bien sabéis la lucha interna constante, no es otra cosa que eso, constante y para siempre. Y hay que aceptarlo para poder vivir bien con ello.

Pero he de decir que con el tiempo todo se ve más claro y cada vez es más sencillo. El aprendizaje, el corregirse, el mejorarse, el seguir luchando siempre por uno mismo y por solventar todas esas carencias que todos tenemos, los miedos, que a pesar de que contigo me olvido de todos ellos, se que algún resquicio sigue quedando. Y no es malo, sino el sello de que algo es importante para nosotros.

Tenemos claro que las dudas son parte de este juego, como os digo siempre, no rendirse y seguir queriendo ser mejores en cada acto que hacemos. Las buenas acciones traen buenas acciones y viceversa.

Me sigue costando, como a todos, el esfuerzo es clave para esto, la actitud, primordial y educar los pensamientos nos lleva a esa mejora infinita en nuestra inteligencia emocional y si del amor se trata, más.
Es la vida y sus golpes. Pero sigue sin importar demasiado, si en vez de golpes vemos escalones de subida.
Reconozco que tengo un lugar ahora donde sí puedo mostrar los miedos y no son mal recibidos.

Expresarnos, al menos, sin miedo a que te vayas. Eso lo tengo claro.

La costumbre a desconfiar es un enemigo interno que no se acaba de ir por completo y eso es lo que hay que saber reconocer y calmarlo.

Aún a sabiendas de que ya no estamos solos, debemos cuidar el corazón de nosotros mismos, nuestro peor enemigo, la vuelta a las sensaciones malas, no dejar que nos atrapen esos malos recuerdos que aún guardamos en mente cuando menos lo esperamos.
Por qué no todo es lo mismo, aún que aún el subconsciente no lo sepa, lo seguimos educando a acostumbrarse ahora al que sí es bonito, al que si se puede, al que Él es diferente.

Las consecuencias de la mente maravillosa, el analizar y los nudos en la garganta, las veces que hemos perdido y las veces que hemos ganado por qué se vayan los que ya no están con nosotros. Aprendizaje de la vida, muy muy necesario para valorar lo que ahora sí tenemos.

Y creer en el «ésta vez va a ser diferente» por qué nos estamos ayudando y nos estamos preocupando por qué al otro esas heridas le sanen. Cuidándonos, en un apoyo constante que con sólo oír tu voz me calma cualquier cosa. Con tocarte basta.

Y yo, gracias, aún que no haga falta. Por qué es el querer quedarse aún que éstas cosas nos sigan pasando. Es el no cansarse de que nos preguntemos cosas. Es poder tener la suficiente cercanía y complicidad como para saber que el otro necesita ser escuchado, como tú lo haces y luego un abrazo con esa respiración tan profunda y tan llena de calma.
Es saber que tu también tienes esos miedos. Es el quiero estar cuando me necesites, es el quiero que sanes y el quiero ayudarte.

El yo te apoyo, cuenta conmigo. Tu puedes.

Es decirte que tengo que olvidarme de lo de los amores de mierda y que me digas que no tengo por qué olvidarlo. Sino ver que ahora es diferente y educar la mente a esta sensación tan nueva y maravillosa a la que no estás acostumbrada. A poder confiar en que ahora no van hacerte daño. No vamos a irnos a ninguna parte sin el otro.

Aún que siga llevando su tiempo. Sabemos que los ojos que ahora nos miran lo hacen por qué quieren mirarnos. A plena conciencia, con actos, viniendo y demostrando que se quedan.

Y lo que en otras ocasiones fueron mentiras ahora no lo son, ahora son verdades, que tenemos que acostumbrar a creernos ciegamente por estar demasiado acostumbrados a que nos fallen.

No es fácil, pero podemos. Por qué queremos creerlo y yo también quiero quedarme.

Sin ser del todo tan solo mía, sin ya querer serlo. Estamos en eso, descubriendo esta nueva perspectiva de sí creerse, de sí saber que las veces que nos quedamos es por que de verdad queremos hacerlo. Que a ti también te han hecho daño y sabes lo que duele. Que no vamos ha dejar que duela donde un día nos dolieron. Que eso es lo más importante, querer sentirnos seguros y querer que tú lo sientas, como mi mayor objetivo.

Que lo estamos eligiendo de por vida, el ayudar a curarnos.
El quiero estar cuando me necesites, el quiero que te salves sola estando conmigo. Y hacerte creer en ese amor verdadero en el que nunca has creído.

Aún que te sientas pesada, aún que sientas que me agobias, aún que necesites escribirlo. Me has dicho que vas ha quedarte aún que te diga que necesito estar sola y eso me ha cautivado por completo. Ahora si puedo creerlo.
Ahora premia la comprensión y la aceptación de los defectos, que seguro que son muchos en ambos. Y principalmente por eso quiero quedarme. Por qué podemos hablar las cosas, por qué me siento arropada y me siento sanando como jamás pensé que lo haría. La piel de las heridas ya no es tan blandita.

Está cicatrizando, dejando la piel bonita y brillante cada vez que me arropas en tus brazos.

Aún que no haga falta, de nuevo gracias. Gracias a esta sinceridad tengo el corazón más en forma que nunca y puedo decir que te quiero.