Quisiera escribirme, de mi para mí, todas esas veces que me siento como hace unos días, ni siquiera se expresar como es, todas esas veces en que la sonrisa está fuera pero dentro falta algo, que tienes un nudo en la garganta y los ojitos desbordando, como el vaso.
Sin saber que está pasando pero algo ha pasado. Y sin saber cómo lo has sentido antes de saberlo.

Puede que no todos entendamos como nos levantamos a veces, cuando necesitamos estar solos o cuidarnos más de lo que ya lo hacemos.

He cogido la costumbre de escucharme, de sentirme, de llorar si el cuerpo me lo pide, en la ducha, hasta qe desaparece con el agua cayendo por mi cuerpo. Te  vas curando un poquito aún que no sepas que pasa, alivios lentos lo llamo.
Me gusta contemplar como de intenso siento sin entender si quiera por qué pasan así por mí estos pensamientos.

Me gustaría sentirme todo el rato como cuando me da la luz del sol en la cara.

Pero la vida no es eso.

Hay días que ni siquiera quiere salir a verme, puede que yo tampoco quiera.
Lleno de emociones cada momento que paso conmigo y me pienso tanto que a veces me aturullo.
Igual que vosotros, seguro.
He vuelto a recordar eso de que estamos solos por muchos que nos rodeen y que no quiero volver a olvidarlo. Por qué se me olvida el miedo y aún que parezca malo, me ayuda a mantenerme fuerte y perdonarme. Por todo aquello que no he hecho, por todas las veces que he fallado.


Quisiera volver al pasado y darte un abrazo de nuevo, que aprietes mi mano cuándo ninguna palabra me consuela.

A veces soy la noche sin la luna o una noche sin estrellas, con el cielo recubierto de nubes o un viento tan intenso que ni siquiera me oigo.

Otras soy el sol calentando yo tu cuerpo, aún que el frío me congele por dentro, jamás dejaré de intentar que a ti no te invada si estoy yo cerca.

Me pido perdón mil veces por no haberme atrevido más de lo que me atrevo. Por no creerme del todo que quieras estar a mi lado. Por todo, menos por perderos, ya no decido yo eso.


Quién mantenga su vida a flote se ha salvado. Por suerte, de la hostilidad del mundo no creo, aún que queramos verlo con los ojos pintados de rosa, como yo lo intento siempre. La realidad es más cruda que la duda y la felicidad tan sutil y efímera como esa sonrisa en momentos tan duros.
Aprovechala todo lo que puedas, valoralá como si en ello te fuera la vida.

Ojalá nunca te falten todos aquellos que quieres, y tus sueños eternos se cumplan, ojalá pudiéramos desear eso, el ojalá nunca duelan los que se van.
Daría cualquier cosa por poder quitaros el dolor como deseo que me quiten el mío.
Que me corten las lágrimas, esas que digo que tanto me salvan y me lo cambien por solo paz y calma. Con un ruidito de fondo sencillo, como la vida podría serlo. Sencillo y agradable.

En un corazón lleno de flores el fuego a veces las quema. Y lo sigo sintiendo.
Por desear un mundo mucho más bonito y no saber hacerlo.

Reconozco que sigo muerta de miedo, que mi alma está menos rota contigo. Que de verdad no quiero pensarlo. Por qué me he hecho amiga del cosmos y si lo pienso lo hace. He aprendido que puedo decidir a qué me llevan mis actos y no por lo que yo haga sino por como asimilo lo que tú haces.
Hemos aprendido tanto de los fallos que nos han enseñado como no debemos hacer las cosas y que es lo que queremos.

Ahora me fijo más en cada vez que sonríes y se te achinan los ojos al verme, no dejaré de valorarlo.


Ese el resumen palpable del azul intenso del cielo con el sol dándote en la cara.