Te contaré todas las cosas que he aprendiendo, todos los secretos que conozco de la vida y esas trabas que tanto nos cuestan.

Por qué sí, por qué te miro y veo en esos ojos llenos de incertidumbre con esa ilusión y esas ganas por la vida, e intento advertirte, quizá no debo, y debo dejarte que lo descubras tú.

Y que hago si se me hace cachitos el corazón al pensar que pueden romper el tuyo. Y no hablamos de rotos por amores, ni de chicos, ni de chicas. Te hablo de todas eses veces que te decepcionarás, que te costará mucho entender el porqué de las cosas y te aparecerán más que piedras, pedruscos enormes en el camino.

Y aunque cueste y te pienses que no puedes, uno de mis secretos es este , «es parte del juego, pensar que a veces no podemos con todo”.

Y no pasa nada, el cambio te demuestra que al final  no hay nada que temer.

Párate, tú que desbordas sensibilidad y emoción a la vez que dulzura y firmeza en la mirada, que apenas ahora se ve por qué ni siquiera lo sabes, puedes, aún que ahora tampoco lo sepas.

Va a llegar ese día en el que de repente eches el tiempo atrás y quieras ver todo lo que has crecido, todo lo que haces por ti. Y ahí empezarás a agradecer cada cosa que tienes, la persona en quien te has convertido, el sol por la mañana, el café, el entender que puedes elegir al levantarte, como lo haces, o de buenas o de malas. No eches balones fuera y acéptalo.

Actitud mi amor ante la vida.

“La actitud no se negocia” es una frase de los escritores de Solo Gozar que me ha salvado de muchas desde la primera vez que la leí. Igual que miles de frases del Charlie o de tantos artistas que nos marcan la vida y las letras.

Y para todo esto, solo hay un secreto. Esforzarse en hacer cosas cuando uno está mal, para sentirse mejor, cuando peor estamos más nos cuesta, pero también es cuando más efecto hace. Fuérzate a no encerrarte, ni en tu mente ni en tu cuarto, inténtalo, sal a correr a pasear, a quemar cortisol, llévate un libro al parque y descansa. Sano sin lamentos que no valen para nada.

Permiteté descansar y disfrutar de los momentos a solas. No nos damos cuenta de lo importante que es la paz y el equilibrio, la actitud ante las situaciones.
Eso solo lo da la calma.
Vamos a dejar pasar los minutos o los días, no seas impaciente por que algo pase rápido, vive los procesos, trabájate y aprende mientras lo haces.

Antes debes descubrir que persona eres, conocer que personalidad tienes, como te verías tú desde fuera. Que te gusta y que no te gusta de ti. Que haces mejor o peor.

El mayor secreto de todos y no debería serlo, es la velocidad. Párate! Ve lento, piensa antes de enfadarte, antes de contestar, antes de cualquier cosa, para y pregúntate, Me vale de algo esto? Me aporta algo bueno el decir lo que voy a decir? Aporta o le importa algo a quien se lo digo? Si es que no, ahórratelo. Aprende a no necesitar replicar todo lo que no te gusta, calma en el alma, no importa. El objetivo solo es pasar los días lo mejor posible.

“Una bala no mata, mata la velocidad que lleva”.
Contención. Sin perder tu libertad. No necesitas la aprobación de nadie.

Ojo no es fácil, no te creas que nos vamos a calmar de la noche a la mañana. Pero al menos ahora lo sabemos y lo seguimos intentando como todo lo que hacemos, con pasión por el ahora y por nosotros mismos.

Nos hemos dado cuenta que dejar apaciguar las aguas merece la pena. Vemos los peces y los colores de las piedras del fondo, igual con la mente si se calma.
Puede que sí que sea tan difícil como parece.
Esta es mi otra salida de emergencia ante la prisa, escribe tú la tuya y gracias