
Soy de las que ha hecho caso siempre al corazón..
Hace no mucho conocí a una persona que sentía demasiado con la cabeza, y a mi parecer no era por decirlo de alguna manera «del todo, lo correcto».
Pero bueno, cada uno siente como siente, ama como ama y cuida como cuida. Siempre hay tiempo para darse cuenta de lo que no quieres perder, por qué hoy, esto.. va de eso.
Ahora voy, espera, de que quiero hablarte…
De los límites, de lo que consideramos cada uno que nos merecemos y lo que no merecemos, o mejor dicho, no queremos para nosotros. Mereces todo lo que sientas que mereces, un trabajo en el que te traten bien, un amor apasionado que te demuestre, premie la sinceridad, transparencia… No acabaría la lista de cosas que se pueden hacer para que el otro sienta amor en una vida entera.. no acabaría nunca.
Y es que a veces me sigo preguntando por qué hay esas tantas maneras de sentir, de demostrar. Por qué hay gente que damos tanto o sentimos la necesidad de complacer o ver al otro feliz, o hacer por y para que se sienta feliz por lo que le aportamos.
Parto siempre de la base de que esa responsabilidad es sólo nuestra, pero no borraré jamás del corazón las palabras del rapero Rafael Lochowski que nos recitó una vez «igual que hay partes del cuerpo que no llegamos a rascar nosotros mismos, hay partes del corazón que no podemos cubrir nosotros solos», no eran exactamente esas sus palabras, pero para que me entiendas mejor.
Y bueno qué, los límites.
Estoy segura de que todos llegamos a un punto en la vida de diversa comprensión, la reciprocidad y la intimidad son tan importantes como la libertad y la independencia de cada uno, pero que pasa cuando desde dos puntos diferentes la visión o las necesidades del otro no son las mismas a las tuyas.
Y si te dijera que siento que yo te necesito más que tú a mí o que siento como tú te esfuerzas más que yo.. o viceversa. Y si te dijera que siento que no piensas en mí cuando no estás a mi lado… O que yo pienso demasiado en ti…
Y si pensamos en como nos ha tratado la vida, a mi, a ti y a todos. En todas esas cosas que hemos pasado, que a lo mejor tú las has pasado muy bien pero otros aún tenemos miedos o alguna espinita que todavía pincha.
O que quizá sería mucho más bonita la vida de todos si nos demostramos más amor, si nos esforzamos en ese «complacer» por qué sí, por qué sentimos y nos apetece. En esas palabras bonitas que surgen sin más.. me encantaría descubrir por qué aún algunos de vosotros veis esto como un sinónimo de debilidad.
Otro de los raperos de los cuales he aprendido la mitad de mi filosofía personal, KaseO, dijo «cuanto más amor das, mejor estás» y así es, cuando llegas a experimentarlo, cuando llegas a sentir ese dar, esa satisfacción de saber que la vida de otra persona es más bonita por qué estás tú..
Tú que nos ves débiles o demasiado sensibles, si algún día llegas a sentir esto, me lo cuentas, por favor.
Si eres de esxs a los que este temita les parece «absurdo, aburrido, o cualquier calificativo parecido a los anteriores…» Déjame decirte que eres uno de esxs que invalidan las emociones. Que no sabe querer y que no sabe cuidar. De lxs que duelen y cuando menos lo necesitamos vuelven a pinchar en forma de esas espinitas.
Puede que me esté equivocando o puede que esa manera te haga perder algo, por lo menos a este corazón, que sí siente, que sí cuida, que sí está pendiente, que sí quiere ser sincero y que siempre hará por darte esa seguridad que todos deseamos, aún que seáis capaces de negarlo, se que también lo necesitáis. O al menos deseáis.
Y de mis poetas favoritos te dejo este poema por si te queda alguna duda sobre si quedarte o irte.
No te quedes inmóvil
Mario Benedetti
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Con certeza, subrayo el «no te quedes conmigo».
Perdoname si duele.
Y añado, que este texto vale para todos los ámbitos de la vida, sin excepciones.