
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve por aquí, está siendo Ramé en su esencia más pura, hermoso y caótico al mismo tiempo.
No sabría decir si más de una cosa u otra. Tengo el corazón pausado, intencionadamente, recomponiendo todas esas partes de las que me había olvidado, de eso que llego a pensar que no puedo pararme a aclarar la mente para escribiros.
Me he alejado de mi y acercado al mismo tiempo, de maneras muy diferentes ambas. Soltando, aún sabiendo el vacío que dejamos y sin saber si algún día llegaremos a llenarlo.
Está siendo de las épocas más bonitas de mi vida a la vez de las más duras, sabiendo todo lo que hemos pasado.
Y me he dado cuenta que no hay bien sin un mal al lado. No hay nada que nos pase solo bueno, siempre habrá momentos malos en los mejores momentos y siempre perderemos algo cuando estemos ganando.
Hacerse fuerte no es dejar de llorar o dejar de sentirnos frustrados. Hacerse fuerte es sobrevivir calmandonos nosotros a nosotros mismos. Sin miedo a perder, seguir luchando.
He identificado esa pausa, fuera del ruido de este mundo tan raro, en el que nos dejamos ir por prevenir y no sentimos por miedo a dolernos otra vez demasiado.
Vuelvo a contarte que soy de las del verso o la vida, de las de las ganas o nada, la lealtad o el olvido. El esfuerzo o vete de mi lado.
Decidida.
Tengo en el corazón una única luz que me guía y es la esperanza, la virtud de no ser domada por el dolor de los pensamientos, ni por miedo a perderos ni por querer complacerte. La enseñanza que nos dio habernos quedado sin nada y haber construido de zero el reino en el que vivimos.
No tenemos castillos ni riquezas que valgan, solo la fortaleza de saber que no nos rendimos. De seguir tirando del carro.
Hermoso, descubrir todo de lo que somos capaces, sigo aprendiendo de la mano del dolor, los sentimientos de la vida que más felices me hacen.
Sobreviviendo.
Y es que me siento incombustible cuando me paro a mirar hacia dentro y vuelvo a mirar el mapa con el camino recorrido.
Orgullosa.
De saber cómo quiero, como siento y como cuido, sin importar cuantas veces nos fallen, no fallaremos.
Serena y practicando el arte de cuidarse a uno mismo, en cuerpo y alma.
Las heridas han curado y las cicatrices son la muestra de la valentía de la que a veces dudaba.
No estoy escribiendo para contaros nada en concreto solo para volver a recordaros el daño que nos hacemos a veces y lo bonito que es saber valorarse.
El proceso es lo más bonito del resultado, aún que estés triste, dolido o cansado, no te rindas y recuerda que nada bueno llega sin perder o sin algo malo a su lado.
Paciencia.
Nos reconoceremos al vernos.