Las 3 de la mañana y una copa de vino al lado del ordenador. Intentando salir del torbellino de la cabeza, apaciguando esas aguas, sin lágrimas en los ojos y la respiración calmada. Como si me invadiera la calma un poco, sin importar lo breve o largo que sea ese periodo de tiempo, aprovecho y vuelvo a decir “el verso o la vida”.

Esto que es solo aceptación y bien quererse, ver las sonrisas del tiempo y todo lo que hemos luchado. Aun que admito que a veces casi no me reconozco. Los ojos no son los mismos y las penas tampoco.

Reconozco también que lo estoy intentando a cada minuto que pasa este duelo, en ese agujero que siento tan frío y tan dentro del cuerpo, ahí donde escuchabas mis latidos y mi respiración acelerarse, como si nada pudiera llenarlo, hoy he notado algo de calor conmigo misma, estoy dejando al tiempo hacer su trabajo, sabiendo lo que quiero. Confiando en el cambio, reviviendo la frecuencia que teníamos.

No sé si es certero, pero sí sincero. Las etapas de la vida en las que más crecemos son las que más duelen, y eso es una realidad tan grande como nosotros o las decisiones más duras de la vida.

Como que te echo de menos.

Como que jamás sabré lo que hubiera pasado si hubiera sido de otra manera por que ha sido de esta, y no hay más vuelta de hoja más que las de estas páginas.

Toda decisión que tomemos es buena, por que se toma por algo. Aunque no sea la más acertada del mundo, aun que jamás la comprendamos del todo y el miedo a que no sea la correcta nos deje atónitos en plena lucha. Casi bloqueados, sin fuerzas.

Siempre hay un momento del día que el cielo se pone entre rosa y color pomelo, ahí recargamos las armas, nosotros con esa paz previa a la guerra que pone nerviosos a los valientes y convierte en salvajes a los cobardes. Y la pena y la culpa se van disipando algo más tranquilas, como cuándo hablamos y nos entendemos o vamos a comer sushi a nuestro sitio favorito y dejamos que el chef prepare lo que quiera.

Se que no somos de rendirnos y que no somos iguales, por eso hay más posibilidades de salir casi ilesos como en las batallas para las que tano nos hemos preparado con la mochila y esas botas bien atadas, íbamos nosotros a rendirnos… sabes mejor que yo que suficientemente preparados.

Sobrevivimos seguro, y ahí estaré yo, con la radio a las 18:00. En la misma frecuencia de siempre, para buscarte. O si parece que me he rendido, para que tú me encuentres.

Porque nunca lo hago.

Si lo haces, o eso espero, con tu arma más poderosa que es entenderme, y yo sin nada ya que reprocharte, porque siempre ves mi lado bueno, siempre ves la luz en el túnel más oscuro, eres tú quien siempre encuentra la salida. Y la razón juega contigo, sin ventaja alguna.

Con el raciocinio del dios más poderoso y a veces el más despiadado, sin dejar que aflore un ápice de ser solo sentimiento.

Solo eso ya sé que no te vale y no me arrepiento por que seremos lo que seamos el amor más grande que he sentido.


Igualmente te extraño, siempre seguido de un te quiero y un ojalá que nunca termina.